Lean sí, pero ¿cómo empiezo? Pon los 5 (S)entidos

Existe mucha literatura acerca de cuál es la mejor manera de comenzar una transformación Lean en las empresas. El objetivo final de esta transformación es maximizar la eficiencia de la cadena de valor en su conjunto, dándole al cliente exactamente lo que quiere y en las condiciones que lo exige. La filosofía Lean contempla multitud de herramientas para lograrlo, todas ellas útiles para conseguir la reducción del desperdicio dentro de las organizaciones, y así incrementar las ganancias.

Por ello es común encontrar diversas opiniones al respecto de cuestiones como estas: ¿cómo empiezo con Lean?, ¿en qué proceso he de empezar?, ¿cuál es la herramienta que me permitirá mejores resultados?, etcétera.

Todo dependerá de los recursos de que dispongamos o de lo que nos pique más a los gestores a la hora de acometer las medidas una vez diseñado el mapa de valor; pero sobre todo del objetivo concreto que persigamos.

Una vez decidido que queremos abrazar la filosofía Lean como el motor de nuestro sistema de gestión del cambio a largo plazo, y sin perder de vista precisamente esa perspectiva temporal, sólo nos queda encontrar la palanca con la que comenzar.

Y una excelente manera de hacerlo puede ser la implantación de 5s en algún área piloto de la empresa especialmente desordenada. Una vez remangados y metidos en materia comprobaremos si se cumple una máxima en el pensamiento Lean que dice que, si no puedes hacer 5s no puedes hacer Lean.

If you can’t do 5S, you can’t do Lean

Es simple. Se trata de ser mejor. Y podemos ser mejores poniendo los 5 sentidos en clasificar las herramientas en útiles o inútiles, ordenar las útiles y tirar las inútiles y limpiar el área de trabajo concreta, lo que nos llevará a estandarizar el trabajo y mantener lo conseguido. Es decir, 5s: seiri (clasificar), seiton (ordenar), seiso (limpiar), seiketsu (estandarizar) y shitsuke (mantener).

Todos conocemos el agradable impacto visual que tiene un área limpia y organizada en casa. Imagina eso mismo en tu empresa antes de la visita de un cliente importante a las instalaciones, o mejor aún, imagínalo en tu funcionamiento cotidiano. ¿Qué impresión le quedará al cliente? ¿Qué sensación tendrías tú como gestor? Excelente, sin duda.

Parece claro que todo fluye mejor si cada cosa tiene un sitio y además esa cosa está en su sitio cuando no se está utilizando. En este contexto de flujo, y mediante la formación a nuestros trabajadores en el pensamiento Lean como la nueva forma de trabajar, todo se vuelve más transparente y puede seguir detectándose y eliminándose más despilfarro a partir de esa primera mejora.

Estos trabajadores son los mejores conocedores de nuestros procesos internos, y por ello debemos asegurarnos primero, que entienden y comparten Lean como forma de trabajar, y segundo que están motivados hacia el cambio y a la mejora continua bajo nuestro liderazgo.

En definitiva, si con un sencillo ejercicio piloto en 5s somos capaces de identificar y eliminar el desperdicio optimizando el lugar de trabajo, y nuestro personal entiende e interioriza los conceptos de flujo, valor y desperdicio, habremos sentando la base de un sistema de gestión Lean. El éxito del mismo ya es otra cuestión, y sólo podremos obtenerlo a largo plazo y si somos capaces de trabajar en equipo.

Efectivamente, ninguna pequeña mejora será aplicada, no digamos sostenida, sino la lleva a cabo un equipo motivado que trabaja unido. Mucho menos realista sería un cambio organizacional hacia Lean que huya de este principio indispensable. Empecemos desde donde empecemos.

Si tienes sensación de desorden en tu empresa, piensas que nada fluye como debiera y quieres identificar tu potencial de mejora, podemos ayudarte a empezar. Para más info contáctanos en:

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Y si quieres llevar a tu empresa más allá, te recomendamos visites nuestro programa específico en sistemas de gestión Lean en el siguiente enlace:

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